El proyecto se estructura alrededor de
cuatro prototipos “que analizan empíricamente cuáles son
los mecanismos que utilizan las plantas para comunicarse y cómo sus propios
procesos biológicos constituyen una manifestación de comunicación, aparentemente
intangible para nuestros sentidos”, explica
Leslie García. La artista ha presentado en
Santiago la versión móvil de
Pulsu(m) Plantae, diseñada para
ISEA2012 (International Symposium of Electronic Arts), que se celebró en
Alburquerque,
Nuevo México, el pasado mes de septiembre. La pieza se compone de un
carrito solar y un sistema de monitoreo colocado sobre una mochila, diseñada especialmente para poder
investigar las especies endémicas de distintas zonas geográficas.
Por lo visto
las plantas hablan y con los instrumentos adecuados es posible extraer algo parecido a
una melodía de su actividad fisiológica. Lo demuestra el siguiente archivo audio, que reúne
los sonidos producidos por cuatro especies de suculentas.
El
primer prototipo del proyecto, que se presentó en la
Galería Ixcateopan de Acapulco en
México, planteaba el diseño de una
prótesis sonora, basada en el principio de
biofeedback, técnica enfocada a obtener datos sobre
diversas funciones fisiológicas de un cuerpo orgánico,
utilizando instrumentos que permiten conseguir información sobre el
funcionamiento y los ciclos de estos sistemas vivos. La prótesis
transforma las lecturas obtenidas del
biofeedback en un proceso de
síntesis sonora, produciendo de esta forma
una voz abstracta para plantas, que más bien se parece a un ‘ruido’.
Lunes y martes
Leslie García se quedará en
Santiago impartiendo un
taller sobre bio-sensores, donde trabajará
un formato de acción en vivo
con las especies vegetales endémicas del Parque Quinta Normal. Los
participantes podrán observar los procesos de distintas plantas,
desarrollando
sensores de bajo coste y tecnologías openhardware, como los sistemas
Arduino, para monitorear cambios galvánicos, electromagnéticos, de humedad y temperatura entre otros. Luego
estos procesos son transformados en señales OSC (Open Sound Control) para poder trasladarlos a distintos programas como
Processing y
Puredata.
“Con esta acción inicia
un proceso de cartografías de especies endémicas, que constituye el embrión de la segunda etapa del proyecto. Se trata principalmente de
obtener un soundprint de cada una de las plantas que se vayan encontrando en el medio. Por el momento este estudio se llevará a cabo en
Chile,
Ecuador,
México y
Estados Unidos”, explica
García, que
realizó el primer prototipo de
Pulsu(m) Plantae para la presentación del proyecto en el marco de la exhibición organizada por el
Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (
FONCA), como parte del programa
Jóvenes Creadores 2011 -2012, que con su apoyo ha permitido el desarrollo de la primera etapa de investigación del proyecto.
La
cuarta y última hasta el momento versión del proyecto, se vio el pasado mes de octubre en
Rio de Janeiro dentro de
Hip3rorganicos, un simposio donde
Leslie García colaboró con la investigadora
Paola Barreto en el desarrollo de la interfaz
Plantalla, un sistema interactivo para la realización de
un prototipo de cine y videomapping. En este sistema se utilizó la propia planta como
una interfaz para el control de una mezcladora de vídeo.
La
interacción entre plantas y arte se ha reforzado en estos últimos años con el desarrollo de las nuevas tecnologías, que han permitidos a los artistas
ampliar su campo de experimentación
hasta niveles que anteriormente eran inimaginables. Los ejemplos en
este sentido son innumerables y a partir de 1994, fecha que consideramos
un punto de partida para el desarrollo del
new media art,
hemos visto y relatado muchos de estos proyectos. A continuación nos
gustaría recordar brevemente algunos y nos limitaremos a tres ejemplos a
partir del primero y el más célebre, el
Telegarden de
Ken Goldberg; seguiremos con el más popular en las exposiciones internacionales de los últimos años,
Akousmaflore de
Scenocosme y el
Bosque maíz transgénico suicida del español
Carlos Corpa.
El
Telegarden del artista estadounidense
Ken Goldberg fue
una piedra miliar y un punto de partida por todo el desarrollo del
arte digital. Se trata de
una instalación orgánica e interactiva, algo así como un
jardín telemático
que se podía controlar a distancia. Se estrenó en 1994 y tan sólo en su
primer año de vida llegó a involucrar más de 9.000 “jardineros” y entró
a formar parte de la exposición permanente del prestigioso
Ars Electronica Center de
Linz en
Austria, por aquel entonces lo más vanguardista del sector, donde siguió funcionando diez años, hasta el 2004. El
Telegarden, que gracias al brazo móvil de un robot jardinero,
permitía a los internautas plantar semillas,
regarlas y controlar su crecimiento mediante una videocámara, se
convirtió en una de las primeras experiencias participativa online y
desencadenó una serie de
dinámicas sociales, completamente inéditas hasta aquel momento.
Akousmaflore. Sensitive and interactive musical plants de
Scenocosme, un colectivo formado por los franceses
Grégory Lasserre y
Anaïs met den Ancxt, es una
instalación formada por plantas vivas que se puede ver hasta el 6 de enero en la exposición
Sound Art. Sound as a Medium of Art del
ZKM Center for Art and Media de
Karlsruhe en
Alemania.
La obra consiste en un jardín de
plantas que reaccionan a la presencia del público emitiendo sonidos. “Se trata de una
bio-instalación, que invita a reflexionar sobre nuestro papel en relación a los demás seres vivos, basada en la
sensibilidad de las plantas y en el
aura electroestática
de los seres humanos”, explican los artistas, que presentaron una de
sus instalaciones bio-interactiva hace unos años en la última edición de
la
Bienal de Sevilla (Biacs). Para
activar los sonidos hay que rozar suavemente las plantas y a veces
la proximidad de una persona ya es suficiente para
generar unas sonoridades, surgidas de una interfaz electrónica, que transforma las
reacciones eléctricas de las plantas en sonidos.
El artista de
Cuenca,
Carlos Corpa, conocido por sus
esculturas robóticas, concibió en 2009 el
Bosque maiz transgénico suicida, una creación que explora las
relaciones entre lo vivo y lo artificial, haciendo hincapié en los
debates sobre los transgénicos y el suicidio asistido
como trampolín estético para una pieza que habla de la hibridación
entre conceptos como ética, naturaleza, tecnología, economía y
comunicación.
La instalación, que no se ha estrenado hasta la fecha, se compone de un
conjunto de cuatro máquinas de suicidio asistido para cuatro plantas de
maíz transgénico
y un robot que las conecta con la sociedad. “Se trata de un experimento
social colectivo y un recolector de impresiones acerca del mundo
biotecnológico al que nos abocan los poderes económicos”, concluye
Corpa.
Fuente: http://blogs.elpais.com/arte-en-la-edad-silicio/2012/12/las-plantas-escuchan-y-tambien-hablan.html