Siempre hay oportunidad de rememorar algunos temas y aprender algo más sobre FITORREMEDIACION y los Árboles. Hoy se me cruzo esta historia en una Plaza de Lomas de Zamora y quería perpetuarla un poco en este blog. Un ginkgo que sobrevivió a la bomba atómica que fue arrojada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. El ginkgo adornaba el jardín de un templo budista, quedó casi destruido, pero al año siguiente volvió a brotar, y hoy en día sigue vivo.
Continuando con nuestra visita a los árboles más magníficos del mundo, en esta ocasión nos llevará a lo que suele llamarse un “fósil viviente“: el ginkgo. El ginkgo es un árbol único en el mundo, y no ya por ser el más longevo o el más ancho, o el más gigante, sino porque es único, no tiene parientes vivos, su origen puede rastrearse hasta 270 millones de años atrás.
Está clasificado en su propia división, de la cual es el único miembro. Para que se den una idea, es como si nosotros, los seres humanos, fuésemos la única especie de la clase mamíferos, y es obvio que no lo somos. Bueno, el ginkgo es el único miembro de la clase Ginkgoopsida, orden Ginkgoales, familia Ginkgoaceae, género Ginkgo, especie Ginkgo bilob. (imagen: ginkgo, en La Plata, Argentina).
El ginkgo es originario de China. Un árbol realmente hermoso a la vista, por lo que se lo viene utilizando con fines ornamentales desde hace miles de años. Adorna jardines por todas partes del mundo. Durante mucho tiempo se creía que estaba extinto en estado “salvaje”, fuera de jardines. Pero ahora se sabe que crecen libres en áreas pequeñas de Zhejiang una provincia del este de China, en la reserva Tian Mu Shan.
Una de las principales características del ginkgo es que se trata de un gimnosperma, o sea que sus semillas no poseen cáscara protectora. No conviven ambos sexos en el mismo árbol, sino que existen ejemplares de ginkgo masculinos, y otros femeninos.
Los masculinos tienen unas flores amarillas hermosas, muy numerosas. Y producen pequeños conos, que tienen polen en diminutas esporas.
Los ejemplares femeninos tienen flores en grupos de 2 o 3. No tienen conos, pero producen una especie de drupa blanda amarilla amarronada, de textura carnosa, que al abrirse despide un olor nauseabundo que es inconfundible cuando se pasa cerca de un grupo de ginkgos.
La corteza es de un bello color pardo grisáceo, o a veces más oscuro, con surcos y hendiduras marcadas. Suelen llegar a los mil años de edad, incluso algunos ejemplares alcanzaron los 2500 años.
Pueden alcanzar los 35 metros de altura (en China hay un ejemplar de 60 m ), de copa estrecha, un poco piramidal, que suele tener varios troncos. Las ramas son empinadas y rectas, gruesas y bien duras.
Las hojas del ginkgo son utilizadas por sus acciones terapéuticas. Tienen un hermoso color verde claro, y miden entre 5 y 15 cm de largo. Su forma es extraña, no vista en otro árbol de la actualidad. Son planas, e imitan a un abanico. (imagen).
El nombre del ginkgo tiene una historia interesante, también. En chino era llamado “abaricoque plateado” o yín xíng, pero los japoneses lo pronunciaban ginkyo, y así fue que se conoció en occidente, cuando el científico alemán Engelbert Kaempfer lo dio a conocer en 1690.
Pero no es por nada que el ginkgo es un superviviente de millones de años. Es un árbol en extremo resistente, no se le conocen enfermedades, no lo afecta la contaminación, sobrevive muy bien al fuego, a las bajas temperaturas, a la falta de luz, e incluso a la radioactividad. Se conoce la anécdota de un ginkgo que sobrevivió a la bomba atómica que fue arrojada sobre Hiroshima el 6 de agosto de 1945. El ginkgo adornaba el jardín de un templo budista, quedó casi destruido, pero al año siguiente volvió a brotar, y hoy en día sigue vivo. (imagen)